Sin Rastro (relato muy breve)
1 Mario, frente a su portátil, repasaba una vez más ese último párrafo escrito. Volvía a quitar una coma; aquí una pausa algo más larga; ritmo, ritmo. Y comenzaba su lectura nuevamente, ahora una cadencia diferente, otra ligadura de expresión. Sentado a su escritorio ––una modesta mesa de aglomerado enchapado, de cara a la pared de la sala y en ele con el piano de Carla; ladrillos a la vista y un vaso con Vodka: toda una mise-en-scène–– no había escuchado que ella ya cerraba la puerta, cruzaba el patio y entraba al comedor, a su izquierda; las puertas abiertas. Un paquete más de palabras desechadas, control + s e hibernación. Se dirigió hacia la cocina y, mientras ella se descargaba, la besó detrás de la oreja. Luego el rito de la merienda: yerba en el mate, la pava al fuego; ella, como siempre, con las masas sobrantes del coffee––break. Se sentaron en silencio y compartieron. Mario pensó en voz alta: ––No es la primera vez que siento que soy yo quien debería estar en tu lugar y, ...